(Cuando dejas que la luz entre en tu vida cotidiana)
Parte 1: Lo que Jesús puede transformar dentro de tu ser
(Cuando dejas que la luz entre en tu vida cotidiana)
Uno no se puede imaginar lo que Dios te puede transformar… Lo que, a través de Jesús, te puede mostrar y así transformar. Porque Jesucristo es el ejemplo, es testimonio.
Yo creía que lo sabía… pero era incapaz de saberlo. Y mucho menos de experimentarlo y vivirlo así.
Nada tiene que ver con misticismos o con alejarse de este siglo XXI en el que vivimos. No. Es traerlo a mi día a día como enseño a mis alumnos que se han convertido en casos de estudios de éxito.
A Dios no lo ves, no lo crees y por eso no existe para muchos. Sin embargo, su hijo no vino para redimirnos solo después del final del mundo. Jesús vino para liderar la Resurrección aquí y ahora.
Vino a encarnar cómo vivir.
JESÚS ES TU ALMA
A cerrar esa vida común —esa de la que tanto nos quejamos— para que podamos experimentar el ser. El amor.
Para que comencemos a vivir en goce, en plenitud. Siendo amor. Como somos. Aquí y ahora.
Jesucristo es tu alma. Es Dios.
Lo que Él vivía, lo que Él experimentaba… era yo.
Era yo en mis miedos. En mis inseguridades.
Era yo en aquellas mujeres que pecaban, que lloraban, que amaban.
Era yo en aquella Marta que hacía un montón de cosas y actuaba, pero se quejaba de María.
No veía mi parte de María. La que para. La que escucha al Maestro. A tu Maestro. A Dios.
Lo que Él vivía, lo que Él experimentaba… era yo.
Y también soy yo en aquellos discípulos que le seguían.
En los que dudaban. En los que le negaban.
No. Yo no lo he negado como Pedro, diciendo “no le conozco”… ¿o sí?
Le negaba cuando no hablaba de Él por miedo al qué dirán.
Le negaba en mi queja. En mis reacciones.
En mi lucha con mi marido, con mi hija, con mi madre, con cualquiera.
Porque si recordara a Jesús, no reaccionaría.
No entraría en la discusión. No viviría con prisa.
No descuidaría ni mi cuerpo.
Jesús se fue… y lo apagamos.
No lo apagaron unos en el año 33.
Le apagaron diariamente cuando vivimos fuera de la luz.
Fuera de nuestra luz.
Fuera de la luz de Dios.
Y tú también lo haces. Y yo también.
Pero no pasa nada. Porque ahí mismo, ahí donde nos caemos, Él nos transforma.
📍¿Te está tocando esta lectura?
👉 Continúa aquí con la segunda parte: Jesús soy yo cuando…