La satisfacción es una actitud mental.
Tu propia actitud mental es la única cosa que posees sobre la cual sólo tú ejerces un control completo. Ahora observa, hacia donde la ejerces, ¿cuál es el patrón de mi vida? ¿Cuál quiero que sea?
Hoy aquí desde este momento puedes cambiar esa actitud mental, la puedo transformar. Lo primer es que me tengo que dar cuenta de ello. Y una cosa es darte cuenta y otra poner accionarial masiva para ello. ¿Qué es poner acción masiva? Ponerte a hacerlo: «Si quieres hacer una cosa, hazla».
Comienza a decirte este mantra y ponlo en un espejo o en una post-it done lo veas alto y claro:
¡Me siento sana! ¡Me siento feliz! ¡Me encuentro estupendamente! ¡Soy suficiente!
Y no dudes en soñar y en creer que lo vas a conseguir. Apunta alto y toma acción hoy.
Esto es más que una rutina, está subiendo escalones aunque no lo sepas.
Leía hoy, LA DERROTA PUEDE SER UN ESCALÓN O UN OBSTÁCULO SEGÚN SEA TU ACTITUD POSITIVA.
Solo vivimos en AHORA, no ni en hoy. Hoy no existe. Hoy y Mañana son dos concepto limitadores, que bloquean que no existe y que nos impiden, avanzar. Imagínate cuando estás esperando un regalo o a que alguien a quien amas mucho verla, no quieres ya que sea hoy, quiero y exiges, muchas veces que sea AHORA. Sin embargo, contigo misma no existe AHORA, porque si existiera AHORA, dejarías todo, todo, todo lo que estás haciendo para hacer una MEDITACIÓN, para ATENDERTE Y VER QUÉ PASA EN TU INTERIOR, a escucharte, a escuchar tu silencio.
Para un minuto. No sigas leyendo… Atiéndete, no hagas nada.
Ahora en momento presente.
Cuando se fije un objetivo… ¡apunte más alto!
Sé honesta contigo, ¿cuántas lo habéis hecho? O has dicho eso de cuando termine de fregar, cuando termine esto, cuando termine de hacer el desayuno, cuando haga las camas, luego, cuando haya atendido al niño.
Ahora viene otra parte: uy no escucho nada, cuanto rato es esto… que es atenderme, ¿para qué sirve esto? ¿Qué tengo qué hacer? Solo eso… NO HACER. SER.
¿Qué está haciendo Marta? Marta, descuida, atenderse. Estas prácticas, este trabajo de estos años, donde creía que lo tenía dominado y no… me ha llevado a hacerlo en cuestión de segundos allá donde esté. No tengo que hacer nada. Está tan implementado en mi interior, lo he trabajado y experimentado llevándolo a dominar como cuando te las vas los dientes, conduces o enciendes tu móvil, que directamente cuando veo que me voy a dejar atrapar por un pensamiento, o una discusión, o un juicio ya sea positivo o negativo, me atiendo. Y eso es práctica, práctica, práctica. Me acuerdo cuando una amiga me decía que ella se sentía que se quedaba en modo ameba, y que se sentía menos productiva. Eso no es es ser ameba, sientes eso o que pierdes el tiempo porque no estás atendiendo porque no ha llegado a ese paso y a dominarlo. Imagínate los beneficios tan poderosos de no entrar en una discusión, en los comentarios esos que nos pasamos haciendo de: ¡No me da la vida! ¿No tengo tiempo! Me cansa y me agotan las. Personas que cuando estás hablando con ellas detienen que hablar de todo lo ocupadísisimas y que no tienen tiempo de nada. Me cansan, me agotan, me dan lástima, y me río porque yo también estuve ahí. Y ahora es como: ‘Perfecto, entiendo. Tienes razón’. Imagínate vivir sin eso. Y digo lástima o tristeza para que tú lo entiendas pero, en el fondo, ni me lo dan, porque las palabras restringen lo que son los sentimiento y pensamientos. Es como hay una llave, yo te conseguido abrir esa llave. ¿Quieres abrirla? Aquí estoy… ¿Quieres contarme lo ocupadísima y la M de vida que llevas y que tienes? Perfecto.
Sentirnos las más ocupadas, las más victimistas, porque eso es un victimismo lo quieras, o no, te guste o no, es la mayor pandemia del siglo XX-XXI junto con la atención y otros miedos. Los móviles nos han conectado y creemos que podemos escribir y que nos entiendan en cualquier momento y a cualquier hora, sin respetar los tiempos. Eso nos hace dependientes, y de estar mirando y estás obligando a otras personas a que hagan lo mismo. Condicionas y te condiciona.
Creo que a mí no me escuchan decir toda esa cantidad de cosas agobiantes, machacantes y que evidentemente te destruyen cada momento. Destruyen tu vida, tu día, y la de los de tu entorno. Tú decides como empezaba este texto. La satisfacción es una actitud mental. El único activo que posees es tu cuerpo, tu mente y tu espíritu y tú decides como relacionarte con ello, cómo cuidarlo, como cuidarte. Ni cremas, ni masajes, ni palabras bonitas y reconocimiento del exterior.
Conozca las normas y aprenda a aplicarlas.
Fíjate un objetivo y sigue intentándolo hasta que lo alcances. ¿Crees que no puedes, qué necesitas ayuda? Apóyate en equipo, en tu club, en tu grupo, en una comunidad, en un entorno de gente que vaya y tenga eso que tú deseas. Busca una mentora. Puedo ser yo, puede ser otra. Aquí estamos, para acompañarte y que lo hagas. Solo requiere una cosa: que quieras invertir en ti. ¿Cuánto vales? ¿Cuánto vales tú? De 1.000 a 10.000 ahora, aquí (1.000, 2.000, 3.000, 4.000… sigue subiendo) ¿QUÉ DARÍAS POR SENTIRTE BIEN AHORA Y QUE TU VIDA FUERA OTRA, QUE TUVIERAS LIBERTAD FINANCIERA?
El otro día una mujer, una amiga, a esta cuestión de vida me decía: «Valgo lo mínimo». Esto es lo que sientes que vales. Cuando sientas y observes tus palabras, estarás viendo lo que te importas. No puedes solucionar un problema desde donde se originó.
Vea más allá de la rutina. Recuerda que con estas rutinas, subes «escalones». Con la tuya, bajas y te vas ahogando en el cieno por momentos…
Mejor Desarrollar un descontento inspirador.
¿Qué haces si es una clavija cuadrada en un taladro redondo?