En un mundo donde reina lo rápido, lo industrial y lo superficial, Iker Oroz decidió parar. Escuchar a su cuerpo. Escuchar a su alma. Y desde ese silencio, nació una transformación que cambiaría su vida para siempre.
Premio Nacional de Gastro&Cía La Razón 2024 y ganador del galardón Top Panàtic, Iker no siempre fue panadero. Su historia con el pan comenzó como la de muchas personas: desde el dolor, la incomodidad y la sensación de haber perdido el control sobre su salud. El pan industrial, cargado de aditivos y procesos agresivos, le provocaba problemas digestivos, inflamación y hasta dermatitis. Los médicos fueron claros: “Deja el pan”.
Pero Iker no estaba dispuesto a renunciar a algo tan sagrado, tan simbólico, tan humano. Decidió que si el pan lo estaba enfermando, aprendería a hacerlo de otra forma. Y ahí comenzó su viaje. Un viaje de aprendizaje, de ensayo y error, de volver a lo esencial: el pan de masa madre, elaborado con sus manos, su tiempo y su energía.
Lo que empezó como una búsqueda de salud se convirtió en una pasión transformadora. Cada masa que tocaba, cada fermentación que observaba, cada pan que horneaba, era un paso hacia una vida más plena, más consciente y más conectada consigo mismo.
“Cada vez que amasaba, me sentía mejor”, cuenta Iker. “Mi cuerpo respondía, mi mente se calmaba, y poco a poco, comencé a sanar”.
Hoy, Iker es un referente indiscutible en la elaboración artesanal de pan de masa madre. Pero también es, para mí, la primera persona que confió en mi proyecto “Comunica y Lidera con Marta Guzmán”. Creyó en este enfoque de transformación desde la comunicación, el mindset y el propósito cuando aún era solo una idea, y juntos sembramos un camino que hoy florece con fuerza.
Desde entonces, Iker ha crecido de forma imparable.
🌟 Alcanzó el Premio Nacional de Gastronomía.
🌟 Fue reconocido como uno de los mejores panaderos artesanos del país por Top Panàtic.
🌟 Y hoy se lo rifan para entrevistas, talleres, formaciones… incluso para enseñar a niños y adolescentes en colegios, compartiendo no solo su arte, sino también los valores que lo sostienen: paciencia, conciencia, humildad y dedicación.
Colaborar con él ha sido un regalo. Su historia encarna los valores que defiendo: escucha interna, reconexión con la tierra, respeto por el proceso y transformación personal a través de hábitos conscientes.
Iker Oroz no solo hace pan. Inspira vidas. Y nos recuerda que sanar, liderar y comunicar con verdad empieza por uno mismo… y, a veces, por algo tan profundo como el acto de amasar.