Me gustaría que te acercaras a la Biblia como un libro fuente sin prejuicios y sin miedos a lo que te vas a encontrar y a si es un libro de castigo, si está condicionado por la esta u otra religión. Te invito a que te sumerjas en ella como un libro, que te llega por primera vez. Y es así, te llega por primera vez porque quizá jamas lo has leído y porque si lo has leído o has leído partes, siempre te va a parecer nuevo porque no tiene nada que ver en qué momento estás cuando lo estás leyendo. ¿Me explico?
Cuando te alejas de todo prejuicio, de todo tabú o de inseguridades puedes conocer en su esplendor aquello que estás conociendo y más ahora. Un libro, una persona. Imagínate esa persona que te cae sumamente mal, esa que te hace tanto daño cada vez que la ves. Imagínate acercarte a ella por primera vez como si nunca la hubieras conocido y visto. Haz la prueba. Con los libros igual y con la Biblia más.
De niña actúas como niña, de mayores nuestro conocer por ahora es limitado
Hoy voy a hacer mención justo a las lecturas de hoy que habla en dos pasajes distintos de los niños… y que tiene todo que ver…
Recuerda San Pablo: «Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor» Y me quedo en esta parte: «Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado».
La imagen en la Biblia con los niños que tienen miedo de bailar, de llorar”, que tienen miedo a todo, que piden seguridad en todo, lleva a pensar en esos cristianos tristes que critican siempre a los predicadores de la verdad porque tienen miedo de abrirle la puerta al Espíritu Santo. Oremos y también por nosotros mismos, para que no seamos personas tristes, de esos que se autoengaño ven desde su visión más limitada de su ser, desde la del piloto automático, de la que la vida es así y punto y no dejan escuchar a su sabiduría infinita, a su verdadero potencial, a su Consciencia Maestra, al Espíritu Santo, cada uno como lo quiera llamar.