¿Sabías que sólo sueles utilizar 400 palabras en tu vocabulario? ¿Sabías que la mayor parte se malinterpretan, las malinterpretas?
Y es que vivimos en una sociedad casi plenamente dormida, porque ya hay unos cuantos que están despertando. Podrás decir, sí eso lleva pasando desde hace siglos, pero ahora es una realidad. El despertar de ese 1% de la sociedad está siendo masivo. Curiosamente no son personas que quieran cambiar el mundo con utopías, siendo hippies, con armas, con palabras vacías o con gestos vacíos o que quieran conseguir un poder, no.
Son personas con hábitos, rutinas y formas de vivir saludables que operan desde el amor y que trabajan en su crecimiento y desarrollo personal para ayudarse e inspirarse, para crecer, para así ayudar y hacer crecer a otros en todas las áreas de su vida, y que sepan que sí se puede aunque el 99 por ciento de la población diga que no. No es utopia, se llama realidad, la nueva era del siglo XXI, en una sociedad cada vez más descreída.
No sé a quién se le ocurrió extender la filosofía y la creencia de que nada es posible y de que permanezcamos dormidos. Ahora, la pregunta es otra. ¿Permanecemos dormidos porque nos lo imponen o porque queremos? ¿Es más fácil permanecer dormidos y echar la culpa a causas externas o nos han hecho creer que esto es así y ya está? ¿Tú qué opinas?
¿Por qué una sociedad, una matrix pide que estemos suficientemente preparados y luego por contra nos mantiene o nos mantenemos aletargados? Es un contrasentido del cual es más fácil escapar y dejarlo así… Eso tiene un nombre y apellido: incongruencia de conciencia y cada uno tenemos que tomar nuestra responsabilidad.
Habitualmente buscamos un referente, un referente a quien escuchar, un referente a quien seguir, (la verdad no sé que va primero, unos siguen y luego escuchan y otros escuchan y luego siguen) un referente a quién imitar, un referente con el que tomar acción.
Lo encontramos y le seguimos. Lo encontramos y le oímos, pero no le escuchamos. Le tomamos como referente pero no actuamos y ponemos la excusa de que eso no es verdad, que no es posible, que es difícil, y te pones mil pegas y excusas: «Ya pero es que yo…, ya pero si yo no puedo, ya pero es que tengo»… Nos queremos mucho con nuestro YO poniendo YO por delante. Le encontramos pero no actuamos.